Una intensa tonalidad cobriza invade el vaso en la cual la servimos, una pequeña cabeza de espuma se desvanece rápidamente y queda en los recuerdos. El aroma a caramelo que llega a nuestro olfato no hace viajar en el tiempo a nuestra infancia. El golpe al paladar es suave y cual transcurrir de la cerveza deja ese calorcito en la garganta dado por los 7.5 de alcohol que posee. El retrogusto deja un amargor suavemente caramelizado por el cruce de las maltas Pilsen y Baviera, un sabor excelente que corona una gran cerveza.
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