Cerveza sin alcohol, elaborada con un proceso de fermentación interrumpida. Para conseguir una cerveza sin alcohol, durante muchos años el método tradicional consistía en sacarle el alcohol a una cerveza normal. Desde fines de la década de los 90, para la desalcoholización se utiliza la forma basada en la evaporación al vacío, resultando muy efectivo gracias a su evolución, dado que conserva casi la totalidad de las propiedades organolépticas al realizarse la ósmosis inversa, sistema usado habitualmente en las plantas desalinizadoras. La cosa es así, si una bebida con alcohol está contenida en un envase construido de un material de membrana permeable y se recubre con agua pura, el alcohol de la cerveza pasará a través de la membrana, hasta que la cerveza y el agua tengan el mismo contenido de alcohol. La metodología se repite varias veces, sustituyendo el agua saturada de alcohol por agua fresca, hasta que la cerveza alcanza el nivel de alcohol buscado. El punto final es la rectificación continua al vacío con temperatura, con intercambiadores de calor, esto permite la eliminación suave del alcohol de productos completa o parcialmente fermentados, llegando a lo que se conoce como “0,0º.
De la cerveza, podemos decir que presenta una tonalidad clásica, un dorado traslucido y brillante, la corona de espuma es media a baja y de corta perdurabilidad.
En aroma, se la percibe levemente frutal, frutos maduros a durazno y plátano. En boca, es equilibrada en el primer trago, aunque va encaminándose en los siguientes y en el paso del tiempo hacia un amargor punzante y resistente, dándole un retrogusto final marcado y seco.
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